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Paraíso infinito

Al llegar a El Paraíso Infinito, solo cabía entender una cosa, quienes vieron callaron para siempre. Algunos pensarán que esto aquí no acaba, pero “a buen entendedor pocas palabras”-.

 

Finalmente, salió decidida a vengarse de todo aquel que tuvo la vida que ella nunca pudo tener. Había pasado 18 años tras las santas puertas de un lugar infernal. Sonará algo paradójico, pero para quien no pertenece a un convento estas palabras le serán familiares. Después de trágicas angustias y desesperos, Rapunzel continuó sus próximos dos años en una habitación de un hostal libre de todo rayo de luz que la pudiese descubrir ante los ojos de su temerosa madre, quien decidió, al encontrarse con el terror de concebir un hijo que considerase un monstruo, encerrarla allí a sus 3 años de vida. Siempre había anhelado un sedoso abundante cabello, y era la hora de obtenerlo, buscando hasta el más excéntrico  método para lograrlo.

 

Pasado el tiempo suficiente para conseguir todo lo necesario para su venganza, puso en marcha su malévolo plan. Comenzó por detallar a cada miembro de su vecindario hasta encontrar a dos aborrecibles adolescentes, casi tan parecidos como dos aves en vuelo por el azulado cielo. Con solo verlos los detestó, lo tenían todo. Hansel y Gretel, eran dos muchachillos malcriados que creían ser dueños del mundo y de todo lo que se atravesara a su vista. Decidió empezar con ellos, pues quería arrebatarles lo que ella nunca pudo tener, una vida de lujos. Acercarse a ellos era el primer paso, y como “buena amiga” quiso saber qué les gustaba, y se enteró de que estaban bajo el domino de una pareja tan sobreprotectora que contralaban cada instante de sus vidas. De inmediato mil ideas surgieron en su cabeza, hasta que decidió corromperlos y así meterlos en graves problemas. De pronto, pensó en un lugar, un paraíso infinito, “El Paraíso Infinito”, donde la música, los amoríos y las aventuras atrapan su mente y los llevan a un mundo nuevo del que no sabían nada y del cual, luego de atravesar sus puertas, no podrían salir nunca más.

 

Al cabo de unos días concluyó el primer paso, y prosiguió con el siguiente, que consistía en convencer a los diablillos, lo cual resultó eternamente difícil, pero para nada imposible, así que contrató a alguien muy útil para esta misión, experto en mentir, un peculiar personaje, el menor de los 8 hermanos de la familia Pin, Pinocho. Después de un largo proceso para convencerlos, les enseñó a mentir, y siguiendo paso a paso las instrucciones que el maestro de la farsa les dio, lograron conseguir el permiso para “ir a casa de un amigo a estudiar”. No obstante, tenían mucho temor de que sus padres se enteraran, pues ellos además de seguir sus pasos a cada segundo, eran capaces de cualquier cosa ante la mentira y la rebeldía.

 

Llegado el día, Rapunzel, por su parte, creía tener el poder en sus manos, al saber que podría obtener el cabello de sus sueños con solo extraer biotina del de ellos, que era un pelo virgen, y para esto, planeaba encerrarlos allí. Ellos, por otro lado, y ansiosos por abrirse a este nuevo panorama, cruzaron las puertas de El Paraíso Infinito, y se encontraron con una travesía eterna.

 

Mientras tanto, los padres de Hansel y Gretel, estaban muy preocupados, ya que habían pasado largas horas después de la ida de sus hijos, y no tenían información alguna. Por lo tanto, pasaron otras extensas horas de una agotadora búsqueda y cólera excesiva. Al llegar a El Paraíso Infinito, solo cabía entender una cosa, quienes vieron callaron para siempre. Algunos pensarán que esto aquí no acaba, pero “a buen entendedor pocas palabras bastan”.

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