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Eliana Salazar: Una niña no tan niña

Frente al espejo, se mira, se toca, sonríe, hace una mueca, saca un labial, lo reparte en sus labios, abre un iluminador y lo pone en sus ojos, lanza un beso a su reflejo y se aparta. Tan vanidosa ella, tan especial, con una cara iluminada, una mirada pícara y un cromosoma extra.

 

Eliana Salazar, participa en una escuela musical desde hace mucho tiempo, y los niños la ven como una compañera más, como un miembro de la comunidad y es una niña feliz, cantando y bailando todos los días, tocando instrumentos y aprendiendo a tener ritmo y soltura, todas las cosas que sus amigos tienen, alegría y entusiasmo, capacidad de salir adelante, de compartir con los demás. Ella no es sola, aislada, ni incapaz de estar con los demás, por lo contrario es la música la que la une a todo un medio lleno de cosas bellas para ella.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¡Eli! ¿Cómo estás hoy? ¿Pero quién llegó? Uy pero como está de bonita Eli. Estos y otros tipos de comentarios efusivos la reciben y ella los contesta todos con un pulgar arriba y la misma sonrisa que no se borra.

 

Saluda a su profesora preferida, a quien considera su segunda mamá y propiamente llama ‘ma’. Clara Victoria le enseña piano, y claro que también considera a Eliana como su hija, la trata tal cual y le da todo el cariño.

 

Eliana se sienta en la banca, frente a un piano negro grande, saca de su carpeta: primero un espejo y un brillo, “es la niña más vanidosa que conozco, siempre está arreglada, y hermosa”. Clara ya conoce todo su ritual antes de empezar la clase, y con paciencia espera a que esté lista para abrir el libro de ejercicios. La lección procede con normalidad, “Eli con el tiempo se ha vuelto más fluida, se sabe ya los ejercicios de memoria”, sus dedos bailan con cierta naturalidad, y se conecta con la melodía que interpreta, cierra los ojos y de vez en cuando los abre para repasar los acordes que siguen. Cuando termina aplaude y celebra el haber tocado la canción completa sin equivocarse, su profe se une a la alegría y le da una abrazo, con el que ella responde: “ma fui capaz, te quiero mucho, gracias por enseñarme tanto”.

 

Para las personas con Síndrome de Down, la música es un modo de esparcimiento que se puede disfrutar solo o acompañado. La música se convierte en un medio para socializarse mejor con las demás personas. Para Eliana es el mejor medio de expresión, en su academia puede hacer todo lo que le gusta.

 

A las 9:00 de la mañana que ha terminado el primer compromiso de su agenda que, por cierto, es muy ocupada. Estarían llegando los alumnos de los talleres, más de veinte infantes entre 1 y 4 años, que reciben clases variadas, como pintura, música y baile, en las que Eliana ayuda y a veces se une, pues “me gustan mucho entonces no ayudo con los niños sino que me vuelvo uno más”. Eliana cronológicamente no es una niña, en realidad tiene 27 años, y ella sabe eso, lo tiene muy claro y poco a poco lo ha demostrado, “en sus hobbies, en su manera de vestir, hasta en sus programas favoritos de televisión ha crecido, hasta tiene novio”, su mamá, Omaira la lleva todos los días a la academia y vuelve por ella en la tarde. Recibe a los niños, toma sus loncheras y las lleva a su lugar, lleva a algunos al baño, a otros que se fueron al parque los toma con paciencia de la mano y los regresa a su salón, Eliana es experta con los niños, “se la lleva demasiado bien, todos ya la conocen y la han aprendido a querer, se mueren por ella”.

 

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- Eli, cómo vas pues con Yeison

- Ay ma no me diga eso que me da pena.

- Contame pues.

- Nos damos besos en la boca y tomamos cerveza.

- ¿Toman cerveza? ¿Es que ustedes pueden?

- Claro, si somos adultos mija.

 

Eliana sale todos los viernes con Yeison, su novio, de su misma edad y con su misma condición. Ven películas, salen a algún bar, van a comer, etc. Llevan una relación completamente normal, como dos novios comunes y corrientes, que se cuentan lo que les pasa y pasan el tiempo y se ríen juntos. “Yeison es un muchacho muy alegre, la quiere mucho y la cuida también” Omaira los deja salir hasta las 11:00 pm y ya conoce a los padres, “siempre ha sido muy cariñosa con él y con todos, solamente da amor, y nunca espera recibir nada a cambio, ella es grande y se comporta como tal, por más niña que parezca”.

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Todos los días pasa la mañana con los niños, “ya son como mis hermanitos, yo los cuido y les doy la comida”, y por la tarde recibe clase de violín y batería, la de batería es una de sus preferidas, pues “toco la música que más me gusta, como las canciones de Taylor Swift, y mi profe es superquerida”. Sara Zuluaga le enseña a golpear con estilo el bombo, los toms y los platillos. Con una de las canciones de su cantante favorita de fondo, Eliana lleva el ritmo con su pie derecho en el pedal y se va contagiando todo su cuerpo hasta que termina tocando un gran número de batería.

 

La música influye sobre las emociones, pero también tiene efectos fisiológicos como producir cambios en el ritmo respiratorio, circulatorio y en el tono muscular, en la actividad hormonal y en la liberación de sustancias cerebrales como la serotonina, la cual ayuda a aliviar los estados de ánimo negativos

 

Un estudio realizado por Eloy Pineda Pérez y Yarima Pérez Remón, investigadores de La Habana, Cuba, concluye que el lenguaje, la socialización y el aprendizaje se desarrollan en los niños con síndrome de Down gracias a la estimulación musical.

Así es la historia de Emmanuel Joseph Bishop, un joven de 16 años, con el manejo perfecto de cuatro idiomas y una destreza con el violín memorable, ya ha protagonizado conciertos con orquestas sinfónicas. También da conferencias por Estados Unidos y el resto del mundo.

 

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Terminado su día, después de expresarse en su totalidad, después de entregar todo el amor que puede caber en una niña tan especial, después de ser feliz por un día más, Eliana, esta niña no tan niña termina por agradecer a todas las personas que ve, con un beso en la mejilla y la sonrisa inmensa de su cara.

 

Los niños con síndrome de Down tienen un don superior que es la inocencia, y es su arma para amar y ser amados.

 

 

¿Qué más le puede pedir a la vida?, el hecho de ser síndrome de Down no es una limitación, es una condición que la hace no solamente diferente sino capaz de salir adelante.

 

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Viene caminando, pasa la entrada de la academia con una sonrisa inmensa, que casi supera el tamaño de su cara, cargando un estuche de violín, y una carpeta con acuarelas, pinceles, un libro de partituras y dos baquetas. Enciende inmediatamente a todo el que la ve:

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